Uno de lo casos policiales más mediatizados de los últimos años está por llegar a su fin. El miércoles se sabrá si el padre Julio César Grassi es, según la justicia, inocente o culpable de haber abusado sexualmente de chicos de su fundación "Felices los niños".

Será el final de una historia repleta de idas y vueltas. El Grupo Clarín, que mediante una investigación de Telenoche Investiga denunció a Grassi, dejará de culpar al Padre; y muchos de los periodistas de la derecha, como Mauro Viale y toda la barra de Daniel Hadad, no podrán seguir defendiéndolo.
Grassi dejará de ser víctima y victimario al mismo tiempo.
¿Habrá cometido Grassi todos los crímenes que se le imputan y por los cuales el fiscal ha pedido 37 años de cárcel? ¿O será víctima de la presión y el apriete del grupo de multimedios más importante de Argentina?
Nadie es culpable hasta que se demuestre lo contrario. Esa máxima del derecho mundial es a veces bastardeada. Los medios de comunicación, para algunos los "perros guardianes" del sistema democrático, están mostrando que realmente son una espada de doble filo.
El perro creció y terminó tiranizando a sus dueños. En la calle se escuchan tantos "para mí es inocente" como "para mi es culpable". Y temas tan delicados como éste no se tratan con un "para mi".
No son los medios los encargados de juzgar, es la justicia. Los medios deben denuncian, y allí terminar su trabajo. Cuando se exceden en su rol son un peligro para el sistema, ese sistema que deben controlar.
Y en este caso se excedieron.